Si hay algo que podemos hacer para dar espacio a alguien creativo, lo hacemos, éste pedacito es para quien desee expresarse con una pequeña poesía o un relato cortito.
Aisha (en árabe “mujer viva”)
21/08/2015
Os voy a contar una historia que nos ha sucedido, a mi marido y a mí, este verano en un pueblecito marinero de Galicia.
La historia comienza un día cuando nos desplazamos a este pueblo para ayudar a un sobrino a acondicionar un local para una oficina, y estando trabajando con las ventanas abiertas porque hacía bastante calor (eran las 4 de la tarde y en agosto) cuando, de reojo, nos damos cuenta de que subidas al alfeizar de una de las ventanas (están a una altura de la calle no superior al metro) están dos “renacuajas” mirando como trabajábamos y al darse cuenta que las habíamos visto en lugar de marchar corriendo lo que hicieron fue “bombardearnos” a preguntas tales como: ¿qué hacéis?, ¿Cómo os llamáis?, ¿sois novios?, ¿para qué sirve eso?, y todo sin bajarse de la ventana.
A mí, que tengo vértigo, me daba miedo verlas ahí subidas por lo que les pedí que bajarán y, abriéndoles la puerta, las invité a sentarse. Podían ver lo que hacíamos sin peligro.
Claro, en la puerta aguantaron cinco minutos; entraron y se sentaron en el suelo y, cogiéndolo todo, siguieron con sus preguntas ¿para qué…? y ¿por qué…? ¡¡¡¡¡y desde el suelo!!!!!!!
Dieron las ocho y seguían con nosotros, que por entonces ya sabíamos que una tenía 6 años (Aisha, la más habladora, vivía en A Coruña pero se tenía que ir a vivir a Valencia con su madre que iba a venir a buscarla en Septiembre), la otra tenía 8 años y era del pueblo.
En toda la tarde nadie vino ni se oyó preguntar por ellas, ¡en cuatro horas! Vale que sea un pueblo, pero en verano está lleno de turistas y a unas niñas de 6 y 8 años…… ¡Dios sabe lo que les puede pasar!
No tuvimos más remedio que decirles que se tenían que ir a casa porque teníamos que recoger para marcharnos porque estábamos cansados. Aisha nos preguntó, con cara triste, cuando volvíamos y al decirle que mañana sonrió, se levantaron y se fueron con un “hasta mañana”
Lo estuvimos comentando un buen rato pero al final nos dijimos que sería ese día, que seguramente no pasaría más veces y que no sería como parecía.
A la mañana siguiente no pasó nada por lo que pensamos que lo del día anterior fuera excepcional pero no; al regresar de comer nos las volvimos a encontrar en la calle esperándonos y volvieron a entrar con nosotros y allí se quedaron toda la tarde igual que el día anterior.
Ellas como siempre y nosotros un poco más cansados, tengo que decirlo, de ellas porque no paraban quietas, tocaban todas las herramientas y se podían lastimar y teníamos que estar con un ojo en lo que estábamos haciendo y otro en ellas y eso era agotador.
Al llegar la hora de marcharse, como el día anterior les dijimos que se tenían que ir y, otra vez, Aisha me sorprendió con una afirmación; dijo muy seria: “claro, estáis cansados porque vinisteis muy temprano por la mañana”. Al preguntarle cómo lo sabía dijo: “porque os vi llegar”. Habíamos llegado a las 8,30 lo que indica que a esa hora ya estaba en la calle aunque no la habíamos visto. A pesar de todo decidimos que no las podíamos tener con nosotros porque no podíamos trabajar decidiendo que al día siguiente no las dejaríamos estar allí.
Y llegó el día siguiente y cuando vinieron, ¡¡¡¡porque volvieron!!!!!, en voz bajita y haciendo una señal hacia dentro del local les dijimos que no podían entrar porque estaba “el jefe” y que el día anterior nos había reñido por dejar entrar a gente en la “obra”.
Nos dimos cuenta que se ponía muy triste pero, entendiendo la situación se marchó y nosotros nos quedamos con una sensación fatal; no podíamos trabajar y no estábamos allí para cuidarla.
Pero lo peor (para nosotros) estaba por llegar. Al poco rato Aisha se asomó por la ventana y golpeándola bajito me llamó y al acercarme me dio una servilleta de un bar en la que había hecho un dibujo y me dijo “para ti”: dejando que le diera un beso y marchándose corriendo.
No la volvimos a ver.
Guardo el dibujo en el corcho donde tengo todos mis recordatorios diarios y no puedo menos que pensar “que malos somos”
Para terminar una pregunta a quien me pueda contestar: ¿Por qué la gente tiene niños si no los puede o quiere cuidar?
Creo que Aisha no se merece lo que está viviendo.